David Robert Jones, ese su verdadero nombre, apuró como pocos los setenta, dedicándolos a todas sus facetas; la pintura, el diseño, la literatura, la música y la interpretación.
Bowie fue amigo y compañero de escenarios de gente tan diversa como Mick Jagger, Iggy Pop, Andy Warhol o, muy especialmente, Lou Reed. Fueron los años del cine y del teatro.
Siempre dispuesto a transgredir y poner en cuestión los limites de eso que llamamos el mundo cultural es capaz de posar como un San Sebastián o de escribir y presentar a bombo y platillo la falsa biografía de un pintor suicida que nunca existió.
Quienes adoran a quien llaman El duque blanco ensalzan sobre todo su capacidad de anticipación en todas las facetas de su creación artísticas aunque la que le hará inmortal será, sin duda, la música.
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